Cualquiera que tenga una conexión Internet, televisión o acceso a un periódico sabrá que los precios del gas natural se están disparando. Pero, ¿a qué se debe esta desorbitada subida? La verdad es que hay una serie de factores que hacen que la situación sea aún más compleja e incierta. En primer lugar, un invierno más largo y frío de lo previsto en 2020 aumentó la presión sobre los productores, que han tardado en aumentar la producción tras el descenso provocado por la pandemia, lo que significa que los niveles de inventario son mucho más bajos de lo normal.
Además, hay cuellos de botella en la cadena de suministro desde Rusia, que suministra alrededor del 50% de las importaciones de gas natural de la Unión Europea. Además, la velocidad de los vientos en el Mar del Norte, más lenta de lo previsto, no ha contribuido a mejorar la situación, lo que supone un duro golpe para países como Alemania, España y Gran Bretaña, que han invertido mucho en energía eólica. El organismo comercial Oil and Gas UK informa de un repunte del 250% en el precio mayorista del gas natural desde enero de 2020. Parece que se está gestando una tormenta perfecta y que se avecinan aguas turbulentas.
Por desgracia, los precios no parecen frenarse. Los expertos vislumbran cierta esperanza que afirman que la perspectiva de un invierno más suave este año permitirá reponer las existencias y que los precios del gas podrían empezar a bajar. Sin embargo, la otra cara de la moneda es que también podríamos vivir un invierno similar a la excepcional helada del año pasado, lo que provocaría más problemas de suministro y, en consecuencia, permitiría que los precios del gas se mantuvieran por las nubes. Como dice The Economist, "los Europeos deberían esperar un invierno cálido y ventoso".
Como consecuencia de la subida, muchas empresas se enfrentan, por supuesto, a un aumento considerable del coste de las facturas de energía, lo que podría obligarlas a reducir la producción o a repercutir el aumento de los costes en los clientes, lo que podría tener repercusiones catastróficas en el pronóstico a largo plazo de la empresa. Es una preocupación especial para las empresas de artes gráficas, donde los precios del papel y la tinta también se han visto afectados por el aumento de los costes de los insumos y por un incremento sustancial de los costes de transporte debido a los problemas logísticos mundiales tras la pandemia. En las próximas semanas y meses, las empresas de las industrias gráficas estarán sin duda más atentas al gasto energético y a las formas de controlarlo.
Una solución para las imprentas comerciales con rotativas offset es ahorrar costes reduciendo el consumo de gas gracias al sistema de mejora de reducción de gas (GRE) de Contiweb. Para muchos modelos antiguos de hornos Contiweb ofrecemos una mejora que optimiza la postcombustión de solventes mediante el control de la concentración en las cámaras de combustión. Con esta mejora, se reducen las emisiones de CO2 y el consumo de combustible fósil, lo que supone un importante ahorro de costes. Dependiendo del modelo de horno y del volumen de producción, el ahorro de costes puede alcanzar decenas de miles de euros al año.
Durante la producción, el caudal de entrada se reduce a un mínimo del 40-50%, con lo que también se reducen las emisiones de CO2. El control de la concentración de solventes permite quemar de forma segura los solventes en el proceso de postcombustión. Las instalaciones de lavado modernas utilizan muy pocos solventes, por lo que no es necesario que el horno funcione con el caudal máximo. Con el GRE, el uso de los gases de escape también se reduce y viene controlado de forma segura durante el lavado mantillas. El proceso de concentración de solventes no afecta al secado.
No hace falta que se fíe de nuestra palabra, Contiweb puede calcular ahorros estimativos que podría conseguir si nos facilita los detalles de su actividad y producción y demostrarle como el GRE puede beneficiar a su empresa, especialmente en estos tiempos de incertidumbre.
